
Ayer,
mi corazón
era el Patio cuadrado y gris de una prisión.
Hoy,
mi corazón
es una Plaza Roja donde cantan
el Martillo y la Hoz.
Pero ayer,
y hoy,
mi corazón,
en Burgos o en Moscú,
mantiene el mismo son.
Desde su celda oscura,
o junto al mar y al sol.
Una sola bandera,
y la misma canción.
La tortura y la cárcel
no rompieron mi voz.
No la cambiará el "aire",
la aventará mejor.